lunes, 11 de mayo de 2015

Un amigo de fuego. 

Hace muchísimo tiempo en un pueblo muy lejano vivían un rey y una reina que se encontraban muy inquietos porque es mismo día cambiarían sus vidas, ya que nacería su primera hija, la princesa Carmela.
    Meses antes, el rey y sus tropas habían planificado para esa misma fecha cazar por fin a una bestia que acosaba a su pueblo desde hacía varios años, pero el nacímiento de su hija lo impidió. 
    La bestia, esa criatura de pelaje crespo a simple vista pero suave al tacto, generaba terror entre los aldeanos por su comportamiento arisco y violento. Emergía del fuego y vivía en un volcán activo detrás de las montañas. 
    Luego de unos años, el rey dejó atrás  la caza de la bestia a la que todos llamaban Redflame y decidió ocultárselo a Carmela sabiendo que, de todas formas, lo averiguaría. Era evidente que Carmela no era una chica sin inquietudes, al contrario, era una niña tan inquieta y curiosa como bella sin embargo, ya con 21 años aún seguía sin un hombre a su lado. 
    Un día ,luego de que su curiosidad por las montañas estaba a punto de estallar, decidió averiguar a qué le temían tanto como para escondérselo de ese modo y se aventuró en búsqueda de respuestas. Obviamente Carmela le tuvo que mentir a sus padres porque,de no ser así, lo hubiesen impedido, le dijo a sus padres que iba al pueblo. 
    Tan pronto como le fue posible, escapó del pueblo rumbo a las montañas, luego de fijarse si alguien la había visto y de, ser así, si la habían seguido. Como nadie la había visto, se fue lo más rápido posible para ganar tiempo antes de que sus padres se dieran cuenta. 
     Llegó a las montañas y comenzaron a surgir ideas de que era lo que le esperaba se imaginó de todo: Un monstruo, un tesoro, otro pueblo y hasta otro mundo. 
     Cuando llegó, se encontró con el hogar de Redflame. Escaló el enorme volcán y, de repente, una muy roja bola de pelos so asomó dejando a Carmela atónita, quien se soltó del volcán y cayó muchos metros abajo. Pero después de todo, la bestia no era tan mala, se apiadó y la atrapó. En ese mismo momento, Carmela sonrió, e impresionó a Redflame ya que nunca había presenciado una sonrisa.  
      Este fue el comienzo de una gran amistad que ni el rey de Santa María de los Buenos Aires pudo romper. 

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