Un amigo de fuego.
Hace muchísimo tiempo en un pueblo muy lejano vivían un rey y una reina que se encontraban muy inquietos porque es mismo día cambiarían sus vidas, ya que nacería su primera hija, la princesa Carmela.
Meses antes, el rey y sus tropas habían planificado para esa misma fecha cazar por fin a una bestia que acosaba a su pueblo desde hacía varios años, pero el nacímiento de su hija lo impidió.
La bestia, esa criatura de pelaje crespo a simple vista pero suave al tacto, generaba terror entre los aldeanos por su comportamiento arisco y violento. Emergía del fuego y vivía en un volcán activo detrás de las montañas.
Luego de unos años, el rey dejó atrás la caza de la bestia a la que todos llamaban Redflame y decidió ocultárselo a Carmela sabiendo que, de todas formas, lo averiguaría. Era evidente que Carmela no era una chica sin inquietudes, al contrario, era una niña tan inquieta y curiosa como bella sin embargo, ya con 21 años aún seguía sin un hombre a su lado.
Un día ,luego de que su curiosidad por las montañas estaba a punto de estallar, decidió averiguar a qué le temían tanto como para escondérselo de ese modo y se aventuró en búsqueda de respuestas. Obviamente Carmela le tuvo que mentir a sus padres porque,de no ser así, lo hubiesen impedido, le dijo a sus padres que iba al pueblo.
Tan pronto como le fue posible, escapó del pueblo rumbo a las montañas, luego de fijarse si alguien la había visto y de, ser así, si la habían seguido. Como nadie la había visto, se fue lo más rápido posible para ganar tiempo antes de que sus padres se dieran cuenta.
Llegó a las montañas y comenzaron a surgir ideas de que era lo que le esperaba se imaginó de todo: Un monstruo, un tesoro, otro pueblo y hasta otro mundo.
Cuando llegó, se encontró con el hogar de Redflame. Escaló el enorme volcán y, de repente, una muy roja bola de pelos so asomó dejando a Carmela atónita, quien se soltó del volcán y cayó muchos metros abajo. Pero después de todo, la bestia no era tan mala, se apiadó y la atrapó. En ese mismo momento, Carmela sonrió, e impresionó a Redflame ya que nunca había presenciado una sonrisa.
Este fue el comienzo de una gran amistad que ni el rey de Santa María de los Buenos Aires pudo romper.
Muy bien, Ernestina! Lástima que lo subiste tan tarde...
ResponderEliminar